
Después de leer la plancha «El Compromiso«, escribí la siguiente respuesta:
Permítame meter mi cuchara Q:.H:. Garibaldi,
Como militantes nos declaramos esclavos de los dogmas que hemos jurado cumplir, y de las exigencias razonables de nuestros guias, porque en base a ellas hemos podido llegar a ser libre-pensadores. En agradecimiento a los que nos mostraron el camino, y para ofrecerle lo mismo a nuestros sucesores, debemor actuar con discreción y prudencia.
Hasta el más igualitario tiene sus límites de tolerancia, porque es ilógico que alguien este de acuerdon con los extremistas en ambos lados de cada debate.
Sí, la discriminación es barbarie, pero busca proteger a quienes regulan su área geográfica; más bárbaro podría ser quien sacrifica el bienestar de sus hijos por el deseo de ganar más dinero, en lugar de darles mejor vida en el área rural.
La defensa de los derechos de los excluidos es una batalla altruista que todos celebramos, pero que por lo general los hace más dependientes del sistema judicial, en el reclamo justo de sus conquistas sociales.
En todo caso, habemos radicales colaborando con las poblaciones en las áreas rurales, para que aprecien mejor sus ventajas y sean mas independientes, mientras aprendemos de ellos a vivir en armonia con la naturaleza.
Tomando en consideración el proteccionismo de quienes regulan su área geográfica, los explotadores pueden seguir siendo honestos, gracias a esa libertad de discriminar que les da el conocimiento de la ley, y así pueden maximizar su progreso económico. Mal estarán las ciudades cuando los productores rurales le dan más prioridad a sus vecinos que al dinero.
Y como todo lo considero relativo, yo me siento más cerca de la perfección inalcanzable después de tantos meses [ya perdi la cuenta] sin radio ni tele ni prensa, y varios años tomando agua de mar. Como diría Chico Xavier, perdonen si les molesté, pero mi intuición me trajo aqui.
Abrazos Fraternos,
Fernando Doylet, 32′